4 de diciembre de 2012


Aún conservo su brillo en las retinas de mi memoria
arañándome las vísceras en lo más profundo.
Es la nostalgia de lo finito por lo infinito,
la búsqueda constante e inconsciente del ser.
Me estoy haciendo.
Estoy siendo y estoy haciéndome.
Dime todo lo que te provoco,
entretanto bebo para emborrachar al corazón.
Pero tengo miedo:
¿cuánto miedo eres capaz de retener?
¿de qué sirve seguir alimentándolo?
La felicidad duele.

Me dije: nunca es lo imposible,
nunca ha empezado y nunca acabará.
Constantemente recuerdo aquella cita:
“Los que menos lo merecen más lo necesitan”
Pues no.
Hoy no.
Yo no.
Sólo en el tiempo hay espacio para mí.
No cumplo nada, sólo vivo,
¿esperando o sin esperar?
Qué más da.
Moriré un domingo, son días de muerte.
¿Adónde voy?
Sólo voy.

3 comentarios:

Juan A. dijo...

Lo son. Todos lo son. Tal vez no vamos a ningún sitio. Sólo fluimos como el río del que hablaba el Oscuro de Éfeso.

Verónica Calvo dijo...

Nos estamos haciendo y moriremos sin terminarnos.

También yo moriré un domingo, lo arrastro como una sentencia.

Juan A. dijo...

Siento quitaros el gusto, pero yo moriré antes. Ea.