24 de diciembre de 2012

Volé hacia lo más alto.


Nunca existieron palabras de explosión
en cada encuentro se evaporaban.
Vuelan fundiéndose con tu mirada (y sonrisa)
hacia mundos  imaginarios
donde existe lo que aquí se perfumó,
lo que nunca se formó para no engañarnos.
Con frecuencia intuimos el fin
antes de comenzar, de articular palabra.
¿Fin? ¿Comienzo? ¿Dónde?
Andamos en círculo repitiendo lo materializado,
mientras tanto lo estancado en el querer (y no poder)
se va marchitando junto con nuestras vísceras
corrompiéndose con el miedo.
En otras ocasiones no existe ni fin, ni comienzo, ni espiral,
simplemente nos guiamos sin tiempo indagando
nuevas experiencias, sabores y sonrisas.
Ojalá tuviésemos la voluntad de realizar
lo ansiado en cada momento,
sin torturarnos la cabeza (ni el corazón).
Tal como concebimos el tiempo
somos conscientes de que siempre hay un fin,
por mucho que pretendamos retrasarlo o evitarlo,
constantemente nos abraza prohibiéndonos exigir cualquier otra consumación.

2 comentarios:

Juan A. dijo...

Hoy debe ser el día de los paréntesis. Sí, es cierto, concebimos el tiempo como dotado de sentido, como si necesariamente hubiera una lógica interna en la evolución de los acontecimientos. El azar es incómodo, imperfecto, no adula nuestro superego.

Besos con paréntesis.

Verónica Calvo dijo...

Estancados, en un círculo y dejando que todo se marchite.
Y así podemos pasar la vida, de hecho, solemos volver a ello.

Abrazos