Ultima
el mes de abril junto al ciclo constituido
alzado
con complicidad, aliento e inmediación.
Desde
el origen evocan el funesto final pertinente: nada es eterno
ni
siquiera los males o el cuerpo que invadimos,
no
obstante las capacidades mentales permiten pretender lo contrario,
incluso
al comprender su embuste
bregamos
por existir lo máximo en lo suculento.
Para
poner fin a las personas siempre es temprano,
me
aliento al comprender que la vida es un hostal
y
resistimos para morar en los máximos lechos dispuestos.
Me
tranquiliza atesorar la preciada confianza,
el
amor puro,
el
abrazo sin medidas,
el
dolor compartido.
Mas me
espanta la presencia del compromiso,
ser un
ser interrumpido,
sin
nombre,
ni
aprehensión.
Desde
aquí, anteponiendo el evento,
eternamente
agradecida.