Arañan
las paredes recordando el cierre,
recogiendo
todo el silencio de la noche.
Aún
se oye la risa, las lágrimas fluyen,
y el
beso cubre el corazón como un sello,
imborrable,
único,
mas
no dura mucho.
Rememorar
el olvido de aquel ser causa
el
recuerdo celebrado en su momento,
pero
ahora:
¿qué
puedo darte como recuerdo que no sea la sombra?
¿Para
qué, una sombra?
Arrollo
un drama quemado del que no quedan siquiera cenizas.
Siempre
he odiado que sintieran lástima de mí,
por
eso escupo el rumor apenas audible.
Me
recuerdas a aquella bebida insípida
que
no apagaba la sed.
Fue
el día esperado recorriendo el camino inverso
donde
descubrí el fin.
Ya
no eres quién para torturar mi esencia
ni
para darme fiebre, insomnio o sofocos.
Ahora
olvido mejor que los olvidadizos.