3 de mayo de 2014

Me sentí rutinaria en sus brazos
como si los recorriera día sí
y día también,
con la pequeña diferencia
de habitarlos solo
cuando la mente no piensa,
y el corazón siente.
Me habló de alas, pero de las reales,
de esas que se sienten en la espalda
cuando te soplan al oído:
eres libre.
Y tú, idiota, te lo crees.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí, ni coma que añadir, crédulas somos.

Oye, gracias por tu más que generoso comentario en mi casa.

Te leo.

Sandra Garrido dijo...

aferrarse a una mentira no es tan malo si queremos soportar tanta realidad.
Es un vuelo este poema.

martina dijo...

Las alas y su maravillosa peculiaridad: solo nacen cuando te las crees.