18 de enero de 2013


Digo adiós a la más abandonada,
mientras vuelvo la cabeza para encontrar
los rostros de las que nunca zarpan,
permaneciendo quieta aceptando la ausencia.
Mi corazón no olvida
a la que dio la vida por una mirada,
perdiéndolo todo de un golpe,
un tajo limpio.
Tengo miedo.
De la noche,
del silencio que llevo conmigo a todas partes,
de la lluvia,
a quedarme encerrada entre alambres,
al olvido.
Dividimos el tiempo
cuando en realidad no es divisible,
siempre es inmutable,
pero necesitamos trocearlo.
Comprendo que hay sueños que siguen
durante horas durmiendo,
mientras gritan:
“El sentido hace el camino”,
y pienso que a veces las cosas
son más simples de como una se las imagina.

2 comentarios:

Verónica Calvo dijo...

Siempre son más fáciles y siempre inventamos el tiempo.

Sístole dijo...

No tengas miedo, los tajos limpios siempre son mucho más fructíferos que esos tajos en los que el puñal sale poco a poco, rompiendo todas esas pequeñas fibras, venas y arterias a su paso.
Así que no tengas miedo, no un miedo de esos que paralizan al menos, sino un miedo de esos que hacen moverte (aunque no te muevas del sitio), un miedo de esos que hagan despertar a los sueños que duermen durante horas, y un miedo de esos que sino despierta a los sueños, los mira desde un ladito, porque ahí están. Y eso da el sentido, y el sentido, el...

Y punto peloti!