4 de marzo de 2013

¿Qué hacías hace exactamente un año en este preciso instante?


Rompiendo ventanas, desgarrando sábanas,
arañando corazones
convirtiendo todo en rojo,
muy rojo.
Tanto el suyo, como el mío, como el de ella,
todo se convertía conforme iban pasando las horas,
los minutos, los silencios.
Moríamos sin decirnos adiós,
cubriéndonos con la desesperanza,
cobijando el lloro entre los recuerdos muertos,
aferrando el desprecio de la vida.

Era un barco pequeño pintado de rojo,
una mancha clavada mar adentro.
El velero se ha ido,
se han roto las amarras que lo unieron al puerto.
Como dijo el poeta:
“El corazón no muere cuando uno cree que debería”.
No supo lo que hacía
pero se abandonó a sus dedos
como si ya no fueran
suyos.

1 comentario:

Juan A. dijo...

Corrimientos al rojo, dicen, pero no saben que todas las epopeyas que suceden en el cosmos tienen su réplica en miniatura en un corazón rojo, húmedo, sangrante.