Aráñame
mediante aquella dulce sonrisa que lucías ese día.
Bésame
con tus brazos férreos cargados de ternura.
Carcómeme
con la mirada como si un roble fuese.
Desgástame
los labios a base de palabras no dichas.
Enfríame
la piel de mis miradas, son fuego.
Fabrícame
con pretensiones, y sin ellas.
Grítame
al oído el acorde de tu canción.
Hechízame
a besos sin rozarme.
Inspírame,
se mi musa particular.
Juégame,
no desfallezcas.
Kuélgate
de mi cuello robándome lo inevitable.
Lluéveme
mientras desvanezco los caminos de tiempos pretéritos.
Muérdeme
el corazón ahogándolo en rojo.
Nómbrame
sin verbos que evoquen su nombre.
Ódiame
recordando lo jamás atesorado.
Petrifícame
para convertir la carne en piedra, la piedra en carne.
Quémame
y conviérteme en cenizas.
Rómpeme
junto a tus muros.
Saboréame
en otros labios.
Tásame
sin medida establecida.
Úsame
cual abrigo de invierno, embólsame en verano.
Vuélame
con la uve de verte.
Yuxtapónteme
sin pretenderlo, aun ansiándolo.
Zámpame
hasta convertir mi sangre en lluvia.
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