12 de junio de 2012

Todas las letras evocan tu nombre.


Aráñame mediante aquella dulce sonrisa que lucías ese día.
Bésame con tus brazos férreos cargados de ternura.
Carcómeme con la mirada como si un roble fuese.
Desgástame los labios a base de palabras no dichas.
Enfríame la piel de mis miradas, son fuego.
Fabrícame con  pretensiones, y sin ellas.
Grítame al oído el acorde de tu canción.
Hechízame a besos sin rozarme.
Inspírame, se mi musa particular.
Juégame, no desfallezcas.
Kuélgate de mi cuello robándome lo inevitable.
Lluéveme mientras desvanezco los caminos de tiempos pretéritos.
Muérdeme el corazón ahogándolo en rojo.
Nómbrame sin verbos que evoquen su nombre.
Ódiame recordando lo jamás atesorado.
Petrifícame para convertir la carne en piedra, la piedra en carne.
Quémame y conviérteme en cenizas.
Rómpeme junto a tus muros.
Saboréame en otros labios.
Tásame sin medida establecida.
Úsame cual abrigo de invierno, embólsame en verano.
Vuélame con la uve de verte.
Yuxtapónteme sin pretenderlo, aun ansiándolo.
Zámpame hasta convertir mi sangre en lluvia.

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