Eres la
mano que me empuja hacia adelante
abandonándolo
todo, si compete,
enseñando
a cada instante
la
posibilidad de ahogarnos
en el
hueco profundo de tus brazos,
mostrando
la lección sobre la felicidad:
nada es
demasiado importante,
salvo
el amor de una madre.
Con los
años he aprendido a estimar
el
afecto, la devoción, la querencia, la protección
que todo
tu cuerpo nos ha trasmitido.
Ahora
aseguro que eres la mejor madre
que
unos ojos han podido ver nunca.
1 comentario:
Con los años, porque es una construcción, definitivamente. Un abrazo.
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