Nunca
existieron palabras de explosión
en cada
encuentro se evaporaban.
Vuelan
fundiéndose con tu mirada (y sonrisa)
hacia
mundos imaginarios
donde
existe lo que aquí se perfumó,
lo que
nunca se formó para no engañarnos.
Con
frecuencia intuimos el fin
antes
de comenzar, de articular palabra.
¿Fin?
¿Comienzo? ¿Dónde?
Andamos
en círculo repitiendo lo materializado,
mientras
tanto lo estancado en el querer (y no poder)
se va
marchitando junto con nuestras vísceras
corrompiéndose
con el miedo.
En
otras ocasiones no existe ni fin, ni comienzo, ni espiral,
simplemente
nos guiamos sin tiempo indagando
nuevas
experiencias, sabores y sonrisas.
Ojalá
tuviésemos la voluntad de realizar
lo
ansiado en cada momento,
sin torturarnos
la cabeza (ni el corazón).
Tal
como concebimos el tiempo
somos
conscientes de que siempre hay un fin,
por mucho
que pretendamos retrasarlo o evitarlo,
constantemente
nos abraza prohibiéndonos exigir cualquier otra consumación.
2 comentarios:
Hoy debe ser el día de los paréntesis. Sí, es cierto, concebimos el tiempo como dotado de sentido, como si necesariamente hubiera una lógica interna en la evolución de los acontecimientos. El azar es incómodo, imperfecto, no adula nuestro superego.
Besos con paréntesis.
Estancados, en un círculo y dejando que todo se marchite.
Y así podemos pasar la vida, de hecho, solemos volver a ello.
Abrazos
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