4 de marzo de 2014

Hay amaneceres que retornan
como aquellas pesadillas
donde aparecía la fugacidad y la vida muerta.
Se desviste la levedad del ser,
la inestabilidad de la razón,
la insignificancia,
los pasos no dados por miedo a perder lo ya recorrido.
Siempre creyendo que tienen más poder de lo que realmente gozan.
Qué necedad pensar que un alma
puede hacer tanto daño como un cuerpo.
¿O era al revés?
ya ni recuerdo.

La locura es toda ruptura con la humanidad
y hoy me siento viva
de estar deshumanizada,
de no recordar ni lo que debería,
de ser un despojo expulsado y magullado
ilusionado con cada inmundicia:
porque la vida es metáfora
y nadie nos lo cuenta.

Hoy la sangre recorre
ahorcándome por dentro,
haciéndome aullar como una loba
cuando se ha comido a sus retoños.
Hoy renazco y muero
mientras recuerdo e imagino
y tomo constancia del devenir,
de la cruda existencia del pasar del tiempo
que nos portea como un ciclón
en dirección a la oquedad.
Solo que algunas decidimos arrojarnos antes
de que nos carcoman las polillas.

4 comentarios:

Darío dijo...

Sin dudas, una ruptura con todo lo humano, morirse y nacerse de tanta maldad. Un abrazo.

pablo medel dijo...

Nivelaco. Me pongo en pie ante tanta verticalidad.

Sandra Garrido dijo...

Siempre es bueno morir y resucitar en cada resurgir o cambio de piel debemos desprendernos de un poquito de lastre.

besos

Juan A. dijo...

Es una (aparente) tragedia que nada pueda rebasar los márgenes de la naturaleza.