No sé agradecer ni materializar
despedidas
siempre acabo huyendo
por la cuerda más inestable.
Pero hoy lloro lágrimas felices
sintiendo el recuerdo de la emoción,
de la naturalidad, sinceridad,
complicidad
que un trozo de alguien puede darte.
Pedazo que estará siempre dentro
a pesar de todos los posibles devenires
(tanto exteriores como interiores).
Me cautivó hace tanto y tan poco:
la fuerza de su tristeza,
la lucha por su anarquía,
la sencillez de su presencia,
la vitalidad de su odio,
la honradez en su amistad
y sobre todo porque siempre has sido tú
y me has dejado ser yo.
Protégete tanto (o más)
que como lo has hecho conmigo
y que seas lo menos infeliz
que se pueda en este mundo.
Yo te cielo, desde muy dentro.